“EN LOS CAMPOS SUYOS” - Estudio Privado Arte, Santiago, Chile - 2015
“Como hemos dicho la imagen es droga–Cuando un paciente pierde una pierna ¿qué parte de su ser es la más perjudicada?–Evidentemente la imagen de sí mismo–Por eso necesita una inyección de imagen concentrada–Las drogas alucinógenas alteran el diseño de la «realidad» de modo tal que vemos una «realidad» diferente–No existe «realidad» verdadera o real–La «realidad» es sencillamente un diseño más o menos constante–El diseño que aceptamos como «realidad» ha sido impuesto por la fuerza que domina este planeta, una fuerza esencialmente orientada hacia el dominio absoluto–Para retener el mando han decidido monopolizar y desactivar las drogas alucinógenas produciendo alteraciones nocivas en el nivel molecular–“
William S. Burroughs – Expreso Nova
En los campos suyos es una exposición de Martin Bruce, artista que trabaja desde la pintura hacia otras disciplinas, como la escultura y la música. Presenta en Estudio Privado Arte una serie de pinturas, cuyas imágenes se disputan con desacato hacia técnicas pictóricas tradicionales. Se materializan entre la esquizofrenia de pinceladas expresivas y calculadas, manchas recortadas y superpuestas, capas de pintura transparente y costras materiales, planos de color directo del tubo, soluciones miméticas y otras que invocan a un imaginario mecánico y digital, como barridos y repeticiones –un mal photoshopeo, un error de impresión–. La locura del tampón clonador encarnado en el pincel de un pintor abstracto. Sumado y en medio de todo esto, una transición entre las dos dimensiones y el reino de lo tridimensional, una escultura que ha sido resuelta desde la traducción volumétrica de una imagen plana, originalmente construida desde la pintura. Objeto paradójico, implantado entre una nueva realidad y su representación.
Planificadas y espontaneas, las pinturas de Martin Bruce son una especie de aglutinación sin lealtad a ninguna forma de representación. El cuerpo y la mente del artista, disciplinados como un plotter, construyen imágenes que exigen para su lectura –en la cabeza del espectador– la reconstrucción y comparación de modelos de representación, que nuestra experiencia y conocimiento visual ha acumulado. Sus pinturas reclaman los sedimentos de la globalización y la cultura neoliberal encarnados en nuestro imaginario. Dentro del léxico material que compone su trabajo, podríamos considerar algunas soluciones y formas de producción que determinan la historia de la pintura, como gestos expresivos ahora transformados en patrones. También imágenes de la cultura popular y de divulgación científica, que constituyen imaginerías sociales y cosmovisiones, que no son otra cosa más, que las visualizaciones del poder por medios técnicos y tecnológicos. Todas ellas imaginerías contemporáneas, injertadas en nuestros cerebros. Transformándonos en cápsulas para su propia sobrevivencia –no la de los hombres–, porque somos sus esclavos a pesar de que la mayoría de nosotros creemos ser sus usuarios.
En los campos suyos no sabemos si estamos en presencia de trabajos que utilizan el collage como un modelo, o vemos la materialización de las imágenes mentales que componen la subjetividad del artista y que nosotros recomponemos, comparándolas con las que cada uno transporta. Los historiadores del arte dicen que ya han pasado mas de 100 años desde que se inventó el collage, novedosa estrategia figurativa que rompía con las tradiciones ilusionistas. Hoy se ha transformado en la sintaxis por excelencia de internet y de las herramientas digitales. Nuestra forma de asimilar el conocimiento ha sido domesticada en la deriva de los hipervínculos, enseñándonos que la fragmentación y la no linealidad son la forma imperante de relacionarnos con la información. Navegamos en internet como navegamos por nuestros pensamientos, leemos y nos comunicamos con las imágenes que nos poseen. Pero estas imágenes que parecen circular libremente, como objetos de una fuerza no humana, libres de significado y contexto, siempre tienen algo más entre manos. Son en realidad demasiado humanas: se introducen en los cuerpos, transforman la sociedad en su teatro –En los campos suyos–, y nuestros cerebros en su laboratorio de subjetividades.






“EN LOS CAMPOS SUYOS” - Estudio Privado Arte, Santiago, Chile - 2015
“Como hemos dicho la imagen es droga–Cuando un paciente pierde una pierna ¿qué parte de su ser es la más perjudicada?–Evidentemente la imagen de sí mismo–Por eso necesita una inyección de imagen concentrada–Las drogas alucinógenas alteran el diseño de la «realidad» de modo tal que vemos una «realidad» diferente–No existe «realidad» verdadera o real–La «realidad» es sencillamente un diseño más o menos constante–El diseño que aceptamos como «realidad» ha sido impuesto por la fuerza que domina este planeta, una fuerza esencialmente orientada hacia el dominio absoluto–Para retener el mando han decidido monopolizar y desactivar las drogas alucinógenas produciendo alteraciones nocivas en el nivel molecular–“
William S. Burroughs – Expreso Nova
En los campos suyos es una exposición de Martin Bruce, artista que trabaja desde la pintura hacia otras disciplinas, como la escultura y la música. Presenta en Estudio Privado Arte una serie de pinturas, cuyas imágenes se disputan con desacato hacia técnicas pictóricas tradicionales. Se materializan entre la esquizofrenia de pinceladas expresivas y calculadas, manchas recortadas y superpuestas, capas de pintura transparente y costras materiales, planos de color directo del tubo, soluciones miméticas y otras que invocan a un imaginario mecánico y digital, como barridos y repeticiones –un mal photoshopeo, un error de impresión–. La locura del tampón clonador encarnado en el pincel de un pintor abstracto. Sumado y en medio de todo esto, una transición entre las dos dimensiones y el reino de lo tridimensional, una escultura que ha sido resuelta desde la traducción volumétrica de una imagen plana, originalmente construida desde la pintura. Objeto paradójico, implantado entre una nueva realidad y su representación.
Planificadas y espontaneas, las pinturas de Martin Bruce son una especie de aglutinación sin lealtad a ninguna forma de representación. El cuerpo y la mente del artista, disciplinados como un plotter, construyen imágenes que exigen para su lectura –en la cabeza del espectador– la reconstrucción y comparación de modelos de representación, que nuestra experiencia y conocimiento visual ha acumulado. Sus pinturas reclaman los sedimentos de la globalización y la cultura neoliberal encarnados en nuestro imaginario. Dentro del léxico material que compone su trabajo, podríamos considerar algunas soluciones y formas de producción que determinan la historia de la pintura, como gestos expresivos ahora transformados en patrones. También imágenes de la cultura popular y de divulgación científica, que constituyen imaginerías sociales y cosmovisiones, que no son otra cosa más, que las visualizaciones del poder por medios técnicos y tecnológicos. Todas ellas imaginerías contemporáneas, injertadas en nuestros cerebros. Transformándonos en cápsulas para su propia sobrevivencia –no la de los hombres–, porque somos sus esclavos a pesar de que la mayoría de nosotros creemos ser sus usuarios.
En los campos suyos no sabemos si estamos en presencia de trabajos que utilizan el collage como un modelo, o vemos la materialización de las imágenes mentales que componen la subjetividad del artista y que nosotros recomponemos, comparándolas con las que cada uno transporta. Los historiadores del arte dicen que ya han pasado mas de 100 años desde que se inventó el collage, novedosa estrategia figurativa que rompía con las tradiciones ilusionistas. Hoy se ha transformado en la sintaxis por excelencia de internet y de las herramientas digitales. Nuestra forma de asimilar el conocimiento ha sido domesticada en la deriva de los hipervínculos, enseñándonos que la fragmentación y la no linealidad son la forma imperante de relacionarnos con la información. Navegamos en internet como navegamos por nuestros pensamientos, leemos y nos comunicamos con las imágenes que nos poseen. Pero estas imágenes que parecen circular libremente, como objetos de una fuerza no humana, libres de significado y contexto, siempre tienen algo más entre manos. Son en realidad demasiado humanas: se introducen en los cuerpos, transforman la sociedad en su teatro –En los campos suyos–, y nuestros cerebros en su laboratorio de subjetividades.





